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enero 30, 2015 9:10 pm

[Columna] «Allá arriba, detrás de esas montañas» de Jorge Marimon

Allá arriba, detrás de esas montañas

Quizás sea la rutina la que no te deja desviar la mirada de tu camino. Quizás tienes unas anteojeras que te impiden mirar hacia los lados o hacia arriba. O quizás no eres lo suficientemente alto para mirar lo que quiero que veas. Probablemente sea eso: para observarlo tendrías que ser más alto que las montañas. Y es que allá arriba, detrás de esas montañas, hay un universo aparte que nunca vemos. Y quiero que lo veas. Pero ya que aún no lo has hecho, te voy a contar acerca de él. Antes, debo aclararte algo: no es que yo sea un bendecido que puede ver detrás de las montañas ni nada parecido. Recibí otro tipo de bendición: soy voluntario de una fundación. Voluntario de Desafío Levantemos Chile.

En la octava región del país, yendo desde la apacible Los Ángeles hacia la cordillera, pasando por Santa Bárbara y Ralco, aparecen enormes cerros, difíciles de contabilizar. Para recorrerlos con éxito, debes tener talento y experiencia frente al volante. Créeme que no es sencillo: algunas difíciles curvas te pueden hacer pasar una noche entera en el camino. Sé por qué te lo digo. Pero avanzando y avanzando, llegarás a un lugar verde, amplio, protegido por colosales montañas y nutrido por un precioso río que da vida a todo un pueblo. Eso es Trapa-Trapa, lo que, coincidentemente, significa “lugar de la paz” en mapudungún.

En los brazos de Trapa-Trapa se refugia una comunidad humana junto a sus animales, sus costumbres, sus deseos y sus miedos. Pertenecen a una cultura muy distinta a la que estamos acostumbrados: son Pehuenches. A diferencia de nosotros, están mucho más libres de las garras de la influencia occidental a la que nos ha condenado la globalización. Mantienen sus tradiciones y costumbres con gran dedicación y éxito. Y si seguimos ahondando en la libertad, poseen varias que nosotros anhelamos: están libres de contaminación, de horarios de trabajo, de conexión constante (no hay señal telefónica), de publicidad y de explotación. Y se nota: en solo 7 días nos dieron inolvidables lecciones de felicidad y humildad.

Sin embargo, no todo es tan perfecto: si bien son ideológicamente muy lejanos al materialismo al que induce el individualismo enfermizo de la cultura occidental, tienen carencias materiales que les han conllevado sufrimientos muy crudos: el frío del invierno no ha tenido compasión con las casas apenas cubiertas con paredes de zinc. Niños, adultos y también los animales se han enfrentado cara a cara con todo lo que implica el frío de montaña: dolor, incomodidad, enfermedades y hambre.

Al ver esto, uno se pregunta: “Pero, ¿Y por qué no intentan mejorar  su situación? ¿Por qué no aumentan la protección contra el frío en sus casas?”. En realidad, no es una pregunta sencilla de contestar. Pero tiene un eje clave: la falta de oportunidades. Hay millones de personas repartidas por el mundo que, por el lugar donde nacieron, o las condiciones, u otros muchos factores, no han tenido las mismas oportunidades que otras. Y al no poseer oportunidades, existe una ausencia de libertad. Ahí es donde entra el rol de Desafío Levantemos Chile, y de su voluntariado. Me explico:

Felipe Cubillos Sigall, fundador de la institución (y hoy, desde el cielo, actual inspirador de ella) sostenía con convicción que “…la derrota de la libertad no se debe a la fuerza de sus enemigos, sino que a la debilidad de sus defensores”. Más allá del bonito sonido de esas palabras, el contenido concreto que contemplan es lo que nos interesa: la sociedad civil no se ha hecho cargo de la defensa de su libertad. Haciendo el intento por erradicar en la medida de lo posible esta situación, surge Desafío Levantemos Chile, que a través de sus múltiples áreas, se acerca a la que gente que necesita libertad y no la tiene, por no haber recibido oportunidades. A través de sus herramientas intenta equiparar las oportunidades de personas que no las han tenido con otras que sí. Observemos el caso de Trapa-Trapa:

¿Cómo puede emprender provechosamente alguien de Trapa-Trapa si jamás se le ha enseñado sobre cómo y por qué emprender? Con gran alegría, vimos que la Escuela de Emprendimiento de Desafío se acercó a los habitantes del lugar para que puedan tener esos conocimientos, entiendan lo posible que es salir adelante y mejorar sus situaciones, entre otros conocimientos de los que han carecido a lo largo de sus vidas. Y la Escuela los seguirá apoyando de cara al futuro.

¿Cuán probable es que alguien de Trapa-Trapa pueda ser un profesional exitoso si el nivel de la educación es casi inexistente? Ni siquiera existía un jardín infantil en el lugar antes de la intervención de Desafío, lo que habla por sí solo de la desigualdad frente a la que se encuentra el niño que crece en Trapa-Trapa frente al de las urbes cercanas, como Santa Bárbara o Los Ángeles.

Aspectos importantes como los recién mencionados, o pequeños detalles como el hecho de que forrar con material aislante la casa de una familia, les permitirá tener la libertad de centrarse en otras cosas que quieren mejorar, con la tranquilidad de que estarán más protegidos contra el frío cuando llegue el invierno, son los que convierten a Desafío en una institución defensora de la libertad que nos enorgullece a todos sus voluntarios.

El crecimiento personal que nos ha tocado como voluntarios al compartir y aprender de una cultura diferente y muy rica es incalculable, único y valioso. La oportunidad de poder ayudar desde la alegría y por el mero instinto animal de ayudar al hermano que lo requiere, es siempre una experiencia distinta, fuerte y linda. El contacto, el trabajar juntos entre el voluntariado y la comunidad, la formación de lazos de afecto y la convicción grupal de que trabajando juntos llegaremos más lejos, nos recuerda una enseñanza que nunca debemos olvidar: en la sociedad civil recae una responsabilidad enorme, porque somos nosotros los capaces de mejorar juntos, de batallar como hermanos contra las situaciones adversas. Hay que mirar hacia el futuro y no quedarse pegado atrás, porque como bien decía Joaquín Arnolds, “la vida es demasiado corta como para no hacer lo que realmente importa”.

Grande Desafío, ¡a seguir Levantando Chile entre todos los chilenos!

Jorge Marimon Israel, 19 años, estudiante de segundo año de Derecho UC y voluntario de Desafío Levantemos Chile.